sábado, 19 de octubre de 2024

Segovia

 Segovia

Mi primera visita a Segovia

Que se puede decir de Segovia que no se halla dicho ya. Tiene un casco urbano que junto con el acueducto ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Dentro de sus murallas podemos apreciar el legado dejado por  varias civilizaciones de romanos, musulmanes, judíos y cristianos. Un patrimonio bien conservado y que nos traslada a otra época solo con pisar sus calles.

La visita a la he  realizado en un fin de semana. Tiempo suficiente para disfrutar de la ciudad, y por supuesto de su gastronomía. No te puedes venir de Segovia sin probar ese cochinillo asado. Para chuparse los dedos.

Cuando hemos llegado estaba lloviznando. Hemos llegado en tren a la estación del AVE de Segovia que para quien no lo sepa, y nosotros no lo sabíamos, está fuera de la ciudad y tienes que coger un BUS o un taxi. Nosotros nos decidimos por el BUS número 11, el traslado cuesta dos euros y tarda unos diez minutos aproximadamente en llevarte a la ciudad, te deja justo al lado del Acueducto. Así que, la llegada es impresionante.

Como he dicho estaba lloviznando, pero no nos ha importado comenzar dando un largo paseo por el casco antiguo. Comenzamos paseando por la calle Real que desemboca en la plaza Mayor, allí se encuentra el ayuntamiento y la catedral, a esta última nos dirigimos ya que su majestuosidad llama poderosamente la atención del visitante. Como ya sabréis es una catedral de estilo gótico retardatario  con algunos rasgos renacentistas, construida entre los siglos XVI y XVIII cuando tanto en España como en Europa se difundía la arquitectura renacentista. Lo que más nos impresionó fueron sus dimensiones y elegancia. Ella sola es la plaza, porque aunque no quieras la vista se va de inmediato hacia ella.

Como curiosidad y sin ánimos de obviar la importancia de la Plaza Mayor, decir que esta fue testigo de la proclamación de Isabel la Católica como reina de Castilla.


La lluvia arreciaba cuando hemos salido de la catedral, pero no nos importó y aún sin paraguas recorrimos El Barrio Judío cuando ya anochecía. Todo esto creó un ambiente muy bonito, las calles prácticamente desiertas, las luces tenues y el agua cayendo suavemente hasta empaparnos por lo que tuvimos que irnos al hotel. Pero fue una tarde inolvidable.

El sábado por la mañana bien temprano porque nos gusta madrugar, comenzamos nuestro recorrido por la Plaza del Azoquejo emplazada junto al impresionante y maravilloso Acueducto Romano. Pasando bajo sus arcos se contempla toda su majestuosidad. Mi vi pequeña ante la gran obra de ingeniería civil que nos dejaron los romanos, contemplar esos sillares tan prefectos que encajan unos sobre otros sin usar ninguna argamasa, te deja alucinada. Pero sobretodo, el pensar que fue construido en el siglo II de nuestra era y que ha estado funcionando hasta hace muy poco, abasteciendo de agua  la ciudad desde la Sierra de Guadarrama con un recorrido de 17 Km. Te deja sin palabras.


En la plaza aún se puede contemplar una arquitectura tradicional en las casonas que rodean la plaza. Un ejemplo de esta arquitectura es el edificio del Mesón de Cándido construido en 1786.

En esta plaza encontraremos La Oficina de recepción de visitantes donde nos atendieron muy bien y nos orientaron para que pudiéramos hacer un recorrido por la ciudad y sus alrededores. Esta oficina la visitamos el viernes por la tarde cuando llegamos.

Después continuamos nuestro recorrido acercándonos al mirador del Postigo del Consuelo, que a mi entender, es el sitio donde se toman las mejores vistas y hace conexión entre el acueducto y las antiguas murallas. Nos adentramos en él  siguiendo la senda de las murallas, allí encontramos casas señoriales impresionantes con fachadas decoradas con los escudos nobiliarios  y sobretodo con el esgrafiado. Esta. decoración ya la usaban los romanos aunque la segoviana es de origen musulmán, una técnica que ha ido evolucionando hasta nuestros días como señas de identidad de la ciudad.

Desde allí continuamos viendo los bonitos paisajes que nos ofrece los miradores desde la muralla. Para pasar a  contemplar la gran obra arquitectónica que es el Alcázar. Construido sobre una gran roca en la confluencia entre los ríos Eresma y Clamores. Es como un cuento de Walt Disney, de hecho dicen que se inspiro en este castillo para el cuento de la cenicienta, te imaginas todos los personajes de las películas correteando por allí. 

Pero si bien por fuera parece de cuento, cuando entras te dejas llevar por toda la historia que allí encierra. Residencia de los reyes castellanos, lo que nos da a entender el esplendor de la corte en el medievo con sus batallas e intrigas propias de la época. Lo más impresionante de todo, en cuanto a arte se refiere, para mi han sido  sus artesonados.


Dejamos atrás el Alcázar para callejear y llegar a la plaza de Medina del Campo más conocida como de Juan Bravo por la escultura que la preside. Este noble luchó en defensa de la ciudad en la Guerra de las Comunidades de Castilla. La guerra acaeció entre los años 1520 y 1522, a comienzos del reinado de Carlos I. Esta plaza tiene un particular encanto gracias a la iglesia románica de San Martin con un espectacular poético lateral y el Torreón de Lozoya que alberga exposiciones temporales, que no pudimos ver por falta de tiempo.

De lo que no podemos olvidarnos es que a parte de ver muchas cosas también dimos buena cuenta de unos vinos con torreznos y un buen cochinillo asado.

El domingo por la mañana y siguiendo nuestra costumbre a las ocho ya íbamos caminado por la ciudad. Hoy tocaba la ribera del río para llegar a la casa de la moneda. Como no abre sus puertas hasta las diez hicimos ese magnifico recorrido que si bien, la ciudad nos cautivó, este paseo nos ha dejado estupefactas. Pues estamos en pleno otoño, mes de noviembre con la caída de las hojas de los arboles y un colorido espectacular entre ocres, rojos, dorados, verdes. Os pongo en situación, nadie paseando solo nosotras dos, un frío que pela -1 grado y el sonido del agua del río de fondo, pero lo más impresionante ha sido el sonido de las hojas cayendo como si fuera una lluvia de color. Todo un espectáculo que no olvidaremos nunca.

Visitamos la casa de la moneda y en ella había una exposición "Lo que dicen las piedras" de Nu Díaz en ella pretende descodificar el lenguaje milenario de las rocas. Nos invita a reflexionar sobre el arte, el ser humano y la naturaleza. Nos ha gustado por lo diferente que es, y el lugar es perfecto para ello.

Llegó la hora de despedirnos de la ciudad.

Hasta siempre Segovia.


No hay comentarios:

Publicar un comentario