viernes, 13 de noviembre de 2015

Poder, contrapoder y el control de la opinión pública.


Poder, contrapoder y el control de la opinión pública.

El motín de Esquilache.




El motín de Esquilache tuvo lugar en marzo de 1776 bajo el reinado de Carlos III. Leopoldo de Gregorio, Marqués de Esquilache, napolitano favorecido por Carlos III, llevó a cabo una serie de reformas para modernizar y europeizar España. La más polémica fue acortar las capas largas y los grandes sombreros de ala ancha, que utilizaban los madrileños en aquella época, por capas cortas y sombreros de tres picos, alegando que con capas largas y sombreros de ala ancha se facilitaba el ocultamiento de armas a los delincuentes.




Carlos III
El profesor José Luis Villacañas, en su conferencia pronunciada en Cádiz,  habló de poder, contrapoder y control de la opinión pública en el siglo XVIII, analizando las repercusiones que acarrearon en la sociedad el denominado motín de Esquilache.

Según Villacañas, las reformas llevadas a cabo por Esquilache provocan  una alteración de la opinión pública que estalla en el famoso motín. Aunque el motivo por el que estalla es el cambio de uso de la indumentaria que el pueblo estaba acostumbrado a usar, el pueblo estaba pasando por unos momentos de descontento, pues el pan y todos los productos de primera necesidad habían subido a causa de la liberalización del comercio del grano. A ello hay que añadir que el poder efectivo no residía en el rey, sino en el Consejo de Castilla. El rey debía consultar todas las cuestiones referentes al gobierno de la nación, algo incomprensible para la mentalidad de la época, por lo que se le veía como un rey débil controlado por una camarilla.

Es evidente que nos encontramos en el siglo XVIII en España con una sociedad conformista, desigual y conservadora, donde cada estamento intenta mantener su parcela de poder  mediante el control de la opinión pública. La iglesia conserva el poder que ya mantenía y ostentaba en el antiguo régimen, conservan las leyes antiguas y dicen que son buenas porque son queridas por Dios. Con las reformas de Esquilache la Iglesia ve disminuida sus rentas. Esto lo ven como un agravio. Al rey Carlos III también le interesa mantener la estructura de poder que ya venía del siglo  XVII. Se apoya en el Consejo de Castilla, como se ha dicho anteriormente, para la toma de decisiones, por lo que será el Consejo quien mande formalmente, aunque Esquilache impide que determinados temas importantes lleguen al Consejo, estableciendo con ello el contrapoder. En este caso en concreto, el propio Consejo advierte de que la medida causará el descontento en la población, pero él, no hay que olvidar que es un extranjero, sigue adelante y la población se revela atacando a las autoridades locales. La iglesia aprovecha el momento y se erige en portavoz de los sublevados, de hecho, es un sacerdote quien consigue llegar hasta el rey para llevarle las reivindicaciones  y este se compromete con el pueblo aceptándolas en contra, del Consejo y del propio Esquilache. Fue el conde de Aranda quien fue capaz de convencer a Madrid de la aplicación de esta medida de Esquilache.


Motin de Esquilache
Si este movimiento de poder, contrapoder y control de la opinión publica en el siglo XVIII, en el que cada uno de los agentes (léase, rey, ministros, consejo, iglesia, etc.) intentaba manejar a la opinión pública buscando sus propios intereses, qué podríamos decir de lo que ocurre hoy en día donde los medio de comunicación de masas con técnicas infinitamente más refinadas ocupan, y de qué manera, el espacio público. Solo hay que leer alguno de los trabajos de Manuel Castells[i] sobre la influencia de los medios de comunicación en la opinión pública para comprobar la dimensión cualitativa y cuantitativa de la que digo.

Castells analiza los medios de comunicación y su papel decisivo en la formación de la opinión pública, hasta el punto de que hoy en día la política es una política mediática. Una política que se decide, transmite y se comunica a través de los medios de comunicación, de ahí la importancia de los medios para la política y viceversa. Pero la comunicación de masas hoy en día  tiene un gran alcance a través de internet. Internet con todas sus redes sociales está marcando la forma en que la gente piensa, determina las normas y los valores sobre los que se construye la sociedad, y estos cambiaran cuando esa misma opinión pública cambie. La actual  transformación de los medios de comunicación a través de las redes sociales, amplía los lugares a donde llega esa información,  por lo tanto, el resultado de las relaciones de poder se determina y decide cada vez más en el campo de la comunicación.

Se podría concluir que tanto en el siglo XVIII como en la época actual la opinión pública está manejada por los que controlan el poder, unas veces será la Iglesia, en otras ocasiones la nobleza, o en otras, como ahora, los medios de comunicación o aquellos que los controlan y los financian, el poder financiero. Y es que la opinión pública es decisiva desde que el ejercicio del poder no se legitima por la voluntad divina.






[i] Véase Castells, Manuel, Comunicación y Poder. Alianza Editorial, 2009. También el artículo Comunicación, poder y contrapoder en la sociedad red. Los medios y la política, https://telos.fundaciontelefonica.com/url-direct/pdf-generator?tipoContenido=articulo&idContenido=2009100116310137


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